Como cada año gracias a la paciencia y generosidad de Felipe y Carmen nos juntamos en Villanueva de la Jara para tal evento. En realidad es simplemente una excusa para juntarnos un montón de viejos amigos ya que muchos de nosotros lo somos desde los cuatro años y ya todos peinamos canas (los que peinamos ).
Para mi era mi primera vez y fue más un acto de amor paterno (Isabel que nos acompañó contra todo pronostico quería ir) y por ese motivo me apunté. Después de larga discusión sobre la hora de salida mientras se preparaban los cebos acordamos que nos levantamos a las 6h30 para salir a las 7h00 de la mañana. Como el lector puede imaginar a primeros de octubre a esas horas es noche cerrada. La primera sorpresa es cuando abandonamos la carretera y nos metemos por los campos rodeados de maizales y Dios mio!, que cantidad de conejos y liebres pudimos ver, francamente no se si se pude convertir en un problema a medio plazo, parece que los depredadores naturales (rapaces, lobos, zorros) escasean y los conejos con su prodigiosa capacidad de reproducción parece que se están empezando a convertir en un problema para los agricultores de la zona.
Una vez que llegamos a nuestro destino se empieza a preparar todo, cubos, redes, reteles, etc. bajo la luz de la linterna; empieza a amanecer y salimos para el para la primera aproximación al rio, no sin cierto peligro, por lo empinado de la ribera y por la falta de luz; a pesar de las dificultados el primer retel va al agua.
Se repite la operación en diversas ocasiones repartiendo los reteles a lo largo del ribazo del rio. Una vez acabado se van a recoger los reteles, en los cuales con la ayuda de la pértiga se va tirando suavemente de la cuerda para no asustarlos y que se muevan de la red y una vez se tensa ya no pueden escapar y salen con ella. De ahí al cubo y a repetir la operación.
Al cabo de una hora y media ya estábamos cansados, con las redes a medias (pero un montón de cangrejos) pero Felipe incansable erre que erre, se entiende, es su placer y su hobby. Isabel y yo nos fuimos al coche y media hora después vuelven Felipe y Alberto. Cargamos las cosas en el coche y a almorzar. El almuerzo no necesita explicación, vale la foto, una tarifa plana de 4 euros de comer y beber lo que quieres, pero claro, te metes un plato de esos a las 10 de la mañana y no puedes más ….
Vuelta casa, cangrejos a la pila, una paella de muerte (en esta ocasión de conejo y caracoles), una siesta de dos horas, lección de mus (inmenso Ángel), paseo, cena y a la cama. Jo que vida!!. Gracias Carmen y Felipe por estos dos fines de semana al año, esperemos que duren mucho.
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