Hacia mucho que no veía a Yolanda, me llamó para quedar y la verdad es que no podía diferir más el placer que es compartir mesa con ella… La fui a buscar a las dos y nos dirigimos la restaurante que había elegido ella.
Este pequeño restaurante, limpio y coqueto esta regentado por Ángel, un tipo amable al que se le nota que le gusta lo que hace. En los fogones, su madre, Carmen, asturiana de origen por lo que en la carta nunca faltan una fabes. Comimos de “todo a compartir”
Entradas
- Salmón ahumado (15€). Es un salmón salvaje, el solomillo, envuelto en un alga… probablemente el mejor salmón que haya probado nunca pero no se si se justifica el precio.
- Gulas (10€). Sobre una base de patatas se pone un huevo y sobre ello las gulas a las que se las ha dado una vuelta por la sartén con unas gambas y unos dientes de ajo. Simple y efectivo, muy rico.
- Carpaccio de pulpo (10€). Un poco gomoso de textura y muy bueno de sabor. Me gusto pro al ser una preparación tan tradicional …
- Verdinas con perdiz escabechada (14€). Es una legumbre pero más ligera y más fácil de digerir. M gustaron mucho, con el punto justo de vinagre.
Bebidas
- No recuerdo el nombre, tomamos un Penedés 2006 fermentado en barrica excelente, es cuando un blanco te puede hacer olvidar un tinto.
Lo mejor:
- El cuidado de la bodega y el servicio de vinos por copas.
- La amabilidad del trato.
- La materia prima.
Lo peor:
- Que sillas tan incómodas.
La nota fue de 25€ por persona sin incluir las bebidas.
Calidad: 7; Relación calidad/precio: 7.
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